Un equipo de expertos especializados en la preservación de obras patrimoniales al aire libre se encarga de restaurar el patrimonio cultural del cementerio de la Recoleta, necrópolis emblemática de la ciudad argentina de Buenos Aires, donde reposan los restos de figuras claves de la historia del país sudamericano como héroes de la independencia, expresidentes o la primera dama Eva Perón (1919-1952).
La tarea está a cargo del Área de Conservación y Restauración de la Gerencia Operativa del cementerio. Su responsable, Miguel Crespo, explicó durante una reciente entrevista con Xinhua la labor que se realiza para restaurar valiosas esculturas expuestas a la intemperie.
“El desafío mayor es la aceleración del deterioro. A diferencia de una obra en un lugar cerrado que puede controlar sus variables del ambiente, aquí no”, dijo Crespo.
El experto remarcó que “se trata no tan solo de conocer la obra, sino conocer el ambiente para disminuir ese proceso de deterioro. Esa es la primera instancia para hacer la restauración. Y luego viene la segunda instancia, que es la del mantenimiento”.
El cementerio de la Recoleta fue construido en 1822, siendo el primero de naturaleza pública en Buenos Aires, obra del ingeniero francés Próspero Catelin. Es también el más visitado de la capital argentina por sus numerosos e imponentes mausoleos y bóvedas.
Crespo resaltó que muchas de las bóvedas y mausoleos son obra de importantes arquitectos y están adornadas con mármoles y esculturas, añadiendo que más de 90 bóvedas han sido declaradas Monumento Histórico Nacional.
“La tarea que llevamos adelante es restaurar obras que requieren una intervención por su estado de conservación, acotados a los sepulcros que tienen declaratoria de sepulcro histórico nacional”, puntualizó el entrevistado.
Los responsables de la tarea deben realizar una labor con ciclos de mantenimiento más cortos que los habituales. “Ese es uno de los desafíos que presenta. Y también las patologías, porque los deterioros son más agresivos, los estados de conservación frente a un patrimonio que tiene más de 100 años de exposición en la intemperie, en atmósfera urbana, requiere de singulares tratamientos”, indicó Crespo.
Entre las personalidades enterradas en el Cementerio de la Recoleta figuran líderes políticos, presidentes de la Nación, escritores, premios nobeles, deportistas y empresarios.
“En todos mis años de trabajo acá, el atractivo inicial es la visita al sepulcro de Eva Perón. Pero ocurre algo que notamos y es el comentario de boca en boca, y lo que notamos a medida que pasó el tiempo es que ya no solo vienen a ver a Evita, sino que vienen a conocer el lugar”, reconoció el profesional.
Crespo señaló que el atractivo del predio está dado también “con el recorrido que plantea este cementerio en el medio de una ciudad. Es un cementerio intramuros, con un orden extraño, laberíntico, y con un potencial arquitectónico, escultórico enorme”.
También mencionó que el lugar aparece decorado por la obra de artistas argentinos y extranjeros. “Tenemos a Lucio Correa Morales, Alfredo Vigatti, a Camilo Romairone, a Nicolás Bardas de la Serna y después, del orden internacional, a Jules Coutan o Ettore Ximenes”, enumeró.
El equipo de restauradores se enfocó durante las últimas semanas en el monumento que homenajea al teniente general Pablo Riccheri (1859-1936), quien modernizó el Ejército Argentino. Y también se concentró en el panteón de los ciudadanos meritorios que es el lugar donde están los fundadores de la patria y ocupa un punto histórico de significación.
“Lo que priorizamos a la hora de restaurar es devolver el ritmo de lectura de las obras, muchas veces alteradas. Hay que devolver el potencial expresivo de las obras de acuerdo a lo que fue la intención del artista. Hay mucho por rescatar, no tan solo cuidar el material, sino rescatar su lenguaje”, afirmó Crespo.
El entrevistado aclaró que, pese a la calidad de las obras y monumentos que se pueden apreciar en el lugar, el cementerio de la Recoleta no se considera un museo a cielo abierto “porque es un sitio funerario en actividad” donde se inhuman personas todo el tiempo.
“Eso justamente establece una dinámica particular, porque no es que vienen los turistas nada más, vienen familiares a despedir a sus deudos. Entonces por esa razón, porque su función no es la de un museo, no lo consideramos un museo, aunque muchas de las coordenadas con las que trabajamos es potenciar la lectura del arte que hay aquí”, razonó Crespo.
