Investigadores de las islas Canarias acuñan un término para un nuevo tipo de contaminación marina que, según dicen, podría estar filtrando sustancias químicas tóxicas a los océanos.
Un equipo de investigadores, peinaba las costas de la isla española de Tenerife, en Canarias, cuando vieron frente a las aguas cristalinas que bañaban Playa Grande, unos grumos de alquitrán endurecido, salpicados de diminutos y coloridos fragmentos de plástico.
Rápidamente, se dieron cuenta de que esta combinación de alquitrán y microplásticos, o «plastitar», como lo llamaron, era diferente a cualquier otra contaminación plástica que hubieran visto.
«La presencia de plástico en el medioambiente ya no se limita a los microplásticos o una botella en el mar», dijo Javier Hernández Borges, profesor asociado de química analítica en la Universidad de La Laguna en Tenerife, quien acuñó el término plastitar. «Ahora está dando lugar a nuevas formaciones; en este caso, uno que combina dos contaminantes».
Más de dos años después de que los investigadores tropezaran con él, el hallazgo ha sido capturado en una nueva investigación, que lo describe como una «amenaza no evaluada» para los entornos costeros. Se suma a una lista creciente de contaminación marina, creada a partir de plástico, desde piroplásticos (plástico derretido que adquiere la apariencia de pequeñas rocas), hasta plastiglomerados, formados a partir de una combinación de plástico derretido, sedimentos de playa y fragmentos de lava basáltica.
Cuando se trata de plastitar, su formación es simple: a medida que los residuos de los derrames de petróleo en el océano, se drenan y erosionan, llegan a la costa como bolas de alquitrán, que se adhieren a las costas rocosas de las islas Canarias. «Actúa como Play-Doh», dijo Hernández Borges. «Y cuando las olas que transportan microplásticos o cualquier otro tipo de desechos marinos, chocan contra las rocas, estos desechos se adhieren al alquitrán».