Durante la Fiesta de la Primavera tuvieron lugar más de un millón de visitas a los museos de Beijing lo que marcó un renacimiento de la cultura en la ciudad.
En los próximos años, está prevista la construcción de un gran centro a las afueras de la capital para la exhibición de miles de piezas chinas.
Tras casi una década de preparativos, las obras de la nueva sucursal del Museo del Palacio, o Ciudad Prohibida, iniciaron en diciembre. Ubicada en Xiyuhe, en el distrito de Haidian, a unos 30 kilómetros de la sede, la filial norte incluirá un espacio de exposición de más de 60 000 metros cuadrados. Además, más de 35 000 metros cuadrados servirán para tareas de restauración, detalló el museo.
“Tendremos un espacio más grande para satisfacer las expectativas de la gente y mejorar nuestra capacidad de mostrar la antigua civilización china”, dijo Wang Xudong, director de la institución.
El proyecto costaría unos 2100 millones de yuanes (309,5 millones de dólares). Según un documento oficial publicado en línea, la primera fase, que incluye depósitos y oficinas, tardaría unos 3 años y medio en completarse.
La rama norte brindará salones más amplios para muestras y restauración, dijeron funcionarios del museo. “Es la clave para resolver los problemas que enfrenta la Ciudad Prohibida”, dijo Du Haijiang, subdirector del Museo del Palacio y supervisor jefe de construcción.
Añadió que podrá acoger entre 20 000 a 30 000 objetos cada año, con almacenes más grandes y mejor equipados para piezas frágiles como artículos de seda, que requieren mayor atención.
“No tendremos todos los objetos en los depósitos”, precisó Du. “Las reliquias pueden colocarse en diferentes lugares según su naturaleza”.
La Ciudad Prohibida sirvió de palacio imperial de 1420 a 1911 durante las dinastías Ming (1368-1644) y Qing (1644-1911). Un año después de que el último emperador chino, Puyi, abandonara la residencia en 1924, se convirtió en museo público.
Gracias a su larga historia y rico legado imperial, más de 1,86 millones de piezas encuentran cobijo en su interior, esto es el 40 % de los objetos culturales de nivel 1, el más alto del país.
Sin embargo, la falta de galerías y oficinas obsoletas ha sido un tema de preocupación por mucho tiempo para sus administradores, según señaló Wang y sus predecesores.
Solo 10 000 objetos podrían salir de los depósitos para su exhibición pública cada año. “Los antiguos recintos simplemente no cuentan con las condiciones para una muestra moderna”, sostuvo Wang.
El sistema de iluminación de alta calidad, por ejemplo, es esencial para que los visitantes vivan una buena experiencia visual. Nuevas tecnologías están en marcha para reducir la posibilidad de incendios por dicha causa en el museo, la mayor colección de antiguas estructuras de madera conservadas en el mundo.
La propuesta de una sucursal nació en 2013.
El anteproyecto elaborado por el Instituto de Diseño Arquitectónico de Beijing, que incluía paredes rojas y techos dorados de la Ciudad Prohibida en la estructura moderna, ganó la licitación.
En una conferencia de prensa en 2018, el administrador del museo y la constructora dijeron que las obras comenzarían pronto y que se esperaba su término en 2022. Sin embargo, dada la magnitud del proyecto, se requirieron mayores estudios y preparación.
“Nuestro objetivo es convertir la filial en un museo clásico que al mismo tiempo mire al futuro”, estimó Zhang Yu, arquitecto jefe de la obra, en diciembre. “Este hito puede ser un ‘albergue’ de la civilización china con valores orientales y una visión global”.
El sitio escogido fue un horno durante la dinastía Qing, donde se quemaron muchos elementos de construcción de la Ciudad Prohibida, como tejas vidriadas y ladrillos.