A las 2:40 a.m. del domingo 26 de diciembre, la red de estaciones del Servicio Sismológico Nacional cubano registraba un sismo de magnitud 4.1, con una profundidad de 42 km y localizado a 30 kilómetros al sursuroeste de la localidad de Caimanera, Guantánamo, perceptible en esa provincia y en la vecina Santiago de Cuba. Era el sismo perceptible número 20, y último, de 2021.
Días después, en la madrugada del 5 de enero, se registraba el primer sismo perceptible de 2022, con una magnitud de 3.2 y profundidad de 5 km, localizado a 6.5 kilómetros al sursureste de la localidad de Buey Arriba, Granma, con reportes de perceptibilidad en otras poblaciones de esa provincia.
Que sean perceptibles no significa que sean los únicos.
Cada año son miles los sismos registrados en Cuba, con una cifra de perceptibles que en los últimos tiempos ha ido desde el pico de 61 en 2016 hasta seis en 2019, aunque el promedio anual entre 2014 y 2021 (exceptuando del cálculo 2016 y 2019) es de unos 18 perceptibles.
El doctor en Ciencias de la Tierra Enrique Diego Arango Arias, jefe del Servicio Sismológico Nacional (SSNC) y vicedirector técnico del Centro Nacional de Investigaciones Sismológicas (Cenais), considera que 2021 fue un año promedio en términos de actividad sísmica para Cuba.
“Sin embargo –añade–, se registraron más de 2 700 sismos como réplicas del terremoto de magnitud 7.3 ocurrido el 14 de agosto en la península de Tiburón, situada en el suroeste de Haití, muy cerca de Cuba”.
En el resumen anual 2021 del Cenais se señala que, “debido a la cercanía de esa zona al territorio cubano”, el sismo “se incluyó en el mapa de epicentros, pues indiscutiblemente tiene relación con la sismicidad que se genera en el sector de litosfera que constituye la microplaca de Gonave y en la propia falla Oriente, por la transferencia de tensiones que se produce al liberarse esa energía”.