Todos lo sabían, incluso Nadal: este muchacho espigado de apenas 22 años, que ya dejó en el camino al campeón olímpico y número 3 del mundo Alexander Zverev, sería una cuesta muy empinada camino a las semifinales del Abierto de Australia 2022.
Todo parecía marchar según el plan para Nadal. Su juego directo y simple le daba los dos primeros sets 3-6 y 4-6, pero cualquier guión, si pretende resaltar entre lo ordinario, debe tener un punto de inflexión, y ese llegó en el tercer parcial.
La pizarra marcaba tres juegos por bando y el servicio del balear comenzaba a fallar. Un mal síntoma, la muestra inequívoca de algún mal mayor.
Las altas temperaturas que tantas veces son aliadas, esta ocasión fueron hándicap para el español que tuvo que solicitar atención médica. Un golpe de calor que le causó problemas estomacales y ponía en peligro su Major número 21.
Terminó Shapovalov quedándose con ese set y el siguiente, devolviendo los favores con idéntica cosecha de 6-4, 6-3. Nadal necesitó ir al baño otra vez y esto molestó al canadiense.
El rubio se calentó a la temperatura de ebullición y hasta lanzó improperios al juez de silla. Mostraba el nacido en Israel su lado díscolo mientras “La Fiera”, herida de gravedad, malvivía en el partido a fuerza de concentración.
La fortaleza mental de Rafa le mantenía con vida cuando su saque, una de sus armas más poderosas, apenas le servía para alargar el letargo. De 16 aces en su partido anterior apenas conseguiría ocho en cinco sets de este con 11 dobles faltas.
Llegó el quinto set y los recuerdos de la remontada, apenas un año antes frente Stefanos Tsitsipas, volaron sobre la Rod Lover Arena ante un Nadal que sacó el extra y tiró de esa casta inmune a la apatía para imponerse.
Afectado el canadiense por el desgaste y el retorno del 20 veces campeón de Grand Slam observó como se marchaban sus posibilidades de ganar su primer grande.
Denis cometía errores imperdonables a esta altura mientras el servicio del campeón de 2009 volvía. Pasadas cuatro horas de partido el joven estrelló la pelota en la red y la raqueta en suelo botando indignación por cada poro, nada nuevo en un joven con carácter y un futuro enorme en el tenis.
Rafa levantó los brazos al cielo y llenó sus pulmones de aire, tomó todo el que le faltó en el partido sabiendo que el viernes tiene otra batalla encarnizada ante el italiano Matteo Berrettini, séptimo del mundo y que también necesitó cinco sets para dejar en el camino al francés Gael Monflis.
“No sé cómo he remontado. Estoy destrozado. Hace mucho calor. He tenido un poco de suerte en el inicio del quinto set. He jugado un buen inicio ante un tenista como Denis, que tiene mucho talento y que ha jugado muy bien. Una pena ese golpe que se me fue en el tercer set. Me lo ha puesto muy difícil”, reconoció el ganador entre eufórico y aliviado una vez que acabó el partido.