Por R. Aideé Aguilar Esquivel
La historia de Haití ha estado marcada por el autoritarismo, la violencia, la injerencia de países como Estados Unidos y, más recientemente, por los desastres naturales, así como la inestabilidad política e indiferencia internacional.
En las últimas décadas, principalmente, en la última, la población haitiana ha estado sumergida en crisis políticas y económicas internas, que se han exacerbado a causa de los desastres naturales como huracanes, los dos recientes sismos que han dejado sin vida a cientos de personas, que también han causado daños en la infraestructura del país y por ende a la situación poblacional en general, de igual manera se ha recrudecido la situación a causa de los efectos de la pandemia que vivimos así como del reciente asesinato del presidente Jovenel Moïse Durante, lo que ha provocado una fuerte crisis política.
Haití es un país que está marcado por la injerencia del gobierno estadounidense en el países caribeño, , quienes en décadas pasadas han mostrado cierto interés por el dominar y “hacer recomendaciones” al país, quienes han apoyado la gestión gubernamental de algunos líderes políticos pasados; sin embargo, pese a su supuesto apoyo hacia el país en general, está marcada la supuesta ayuda a la sociedad obedeciendo a intereses muy específicos.
Ahora bien, la devastación del país es a causa de diferentes factores externos como internos, pues desafortunadamente la administración del país está marcada por la constante corrupción de sus instituciones, por las violaciones a los derechos humanos de la población, de igual manera el crecimiento de bandas criminales que aumentan la violencia, los dos últimos sismos devastadores y la usencia de poder por parte de un líder político presidencial.
Todo esto ha provocado que la población viva en pobreza, pues este es el país más pobre del continente Americano. Esta situación ha orillado a cientos de personas a buscar mejores condiciones de vida, desde el golpe de estado de los noventas, la migración aumentó, las personas buscaron migrar y refugiarse en Estados Unidos, debido a la violencia que se vive en el país y a la inestabilidad política, cosa que hasta la fecha, en pleno 2021, no se ha podido regular.
Es por ello que en las recientes caravanas de migrantes que pasan por México con miras hacia el país vecino del norte, contiene una mayoría de migrantes haitianos. Quienes juntos a las otras personas con diversas nacionalidades, han sido violentadas; el trato hacia los migrantes es denigrante. Hoy sabemos que en la frontera mexicana en Ciudad Acuña, Coahuila, con Texas, hay un reten de migrantes en condiciones inhumanas. Estos actos son vistos con aprobación para alguna o la mayoría de la población mexicana, estadounidense y, por supuesto, para ambos gobiernos. De igual manera parece que las organizaciones internacionales que se dedican a exigir protección y los derechos humanos de los migrantes, su gestión no es suficiente, pues no nos hemos querido dar cuenta que eo fenómeno migratorio cada vez es más preocupante y no se está tratando como tal.
Lo que vemos en Haití es una cruda crisis humanitaria que lleva décadas y que no se ha tomado la situación como tal o, en todo caso se hace caso omiso, pues los intereses de los países como Estados Unidos, son específicos y no contienen el bienestar de la población. Pero atender las crisis humanitarias no es cosa de un solo gobierno, es responsabilidad de la mal llamada comunidad internacional y, de la población en general.