Por R. Aideé Aguilar Esquivel
Desde hace unos años en la sociedad mexicana se ha presentado un fenómeno exacerbado, la polarización de la ciudadanía. Con ello nos referimos a la división de la opinión pública en dos extremos totalmente opuestos.
Este discurso divisor se ha manifestado, principalmente, con la llegada de López Obrador, llamando a parte de la población fifís y a otra chairos. Discurso aprobado y reproducido por gran parte de la población, pero ¿cuáles son los peligros de esta separación discursiva que, además de ello, se ve reflejado en el acceso a los derechos, en el trato diario.
Primero vamos nombrar algunas características de lo que es un chairo, estos son aquellas personas de piel morena, con un nivel socio económico bajo, que supuestamente tiene una ideología política liberal. Por el contrario los fifís son personas de tez blanca, con un nivel socioeconómico alto en comparación con el grueso de la población, con una ideología política supuestamente conservadora. Aunque en la realidad, cualquiera que emite algún comentario de apoyo a AMLO es catalogado como chairo y, quienes opinan en su contra les llaman fifís.
Pero esto va más allá del espacio público, pues con base en estos estereotipos, en la realidad, se niegan oportunidades. Pues si analizamos, estas palabras, tienen su origen en el elitismo y más allá, en el racismo. La sociedad mexicana sigue siendo en extremo racista y clasista.
Aquellas personas chairas son las que creen que hay esperanza en en el gobierno actual. Pero antes hay que entender de dónde proviene este apoyo, esta sed de esperanza. Lo hacen porque han sido marginadas, porque no tienen oportunidades escolares, laborales dignas y constantemente han vivido al día, han sido estereotipadas. Un factor decisivo en México, para tener acceso a un trabajo digno, es el color de la piel. Por supuesto a esto se le puede sumar la cuestión de género.
Justo por todas estas ideas elitistas y racistas el discurso polarizador tiene tanta validez y auge en nuestra sociedad.
Esto por parte de la sociedad, pero también figuras públicas se han sumado a reproducir estas ideas y no solo ello, el mismo presidente de la república las aprueba y usa constantemente. El hecho de que él lo haga publico nos muestra en nivel de consciencia social que tiene, es decir, casi nula, pues polarizar a la población nunca es para bien, todo lo contrario, genera violencia y desacuerdos. Pero como vemos esto es un recurso político usado muy bien para ganar adeptos y tener político.
Por eso es necesario cuestionar y destruir nuestros estereotipos dañinos, de igual manera cuestionar el accionar discursivo y político de los gobernantes y las figuras públicas. Recordemos que polarizar a la sociedad es un forma de violencia estructural.