El gobierno de la Ciudad de México apoyará el fortalecimiento y modernización de dos laboratorios de bioseguridad 3 (BSL-3) donde, además de evaluar las vacunas que desarrolla la UNAM contra el SARS-CoV-2, las terapias de anticuerpos neutralizantes y la validación preclínica de fármacos anti-SARS-CoV-2, continuará la investigación científica sobre otras enfermedades causadas por bacterias y virus de alto riesgo que pueden causar enfermedades graves. La nueva condición de los BSL3 se derivará de remodelaciones y equipamiento de sitios preexistentes en la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia (FMVZ) y en el Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIB), a cargo de las doctoras Laura Cobos y Clara Espitia, respectivamente.
Los trabajos comenzaron hace un año, y cuentan con el apoyo de la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación de la Ciudad de México (SECTEI), de la Coordinación de la Investigación Científica y de aportes de proyectos apoyados por el Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica, ambos de la UNAM. Se ha avanzado en la parte física, ampliación de un laboratorio, construcción de ductos, calibración de equipos, calificación de instalaciones, implementación de un sistema de calidad en el IIB y en la FMVZ, además del reacondicionamiento de un laboratorio BSL-2, que servirá de apoyo al BSL3.
Pese a que en la capital del país existen suficientes centros de nivel 2, en los que generalmente se trabaja con microorganismos de riesgo moderado en un amplio espectro, esto no ocurre con los BSL3. Con estos laboratorios se busca evitar la fuga de microorganismos y garantizar la salud de los científicos que trabajan con agentes patógenos; además, operarán bajo el concepto de Buenas Prácticas de Laboratorio (BPL), es decir, directrices de seguridad y calidad alineadas a los principios de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), una de las organizaciones internacionales que regula a las entidades de acreditación.
La doctora Laura Palomares Aguilera, investigadora y actual directora del Instituto de Biotecnología (IBt) de la UNAM, responsable del proyecto de remodelación y equipamiento de dos laboratorios de bioseguridad-3 ante la SECTEI, consideró que de este nivel “se debería tener un número mucho mayor (…) Justamente se hizo un censo y lo que hallamos fue que había muchos supuestos laboratorios que están trabajando como si fueran nivel 3, pero no necesariamente cumplen con los requisitos”. En opinión de la biotecnóloga, estos sitios de alta contención biológica son indispensables para hacer investigación y evaluar medicamentos para uso humano o vacunas. Por ello, estimó que debería haber al menos cinco, uno por cada área del país. “Diez sería lo ideal”.
Sin embargo, aun cuando el costo de mantenimiento es elevado y se requiere personal altamente capacitado, se trata de una inversión, “porque significa un avance científico y el fortalecimiento de capacidades tecnológicas que nos pondrían más cerca de responder ante una siguiente pandemia que, no dudemos, la tendremos”. Con una analogía describió la situación en la que se halla México: “Hoy transitamos sobre un camino de terracería, pero necesitamos hacerlo sobre una carretera”.
Este esfuerzo que se hace para contar con tecnologías habilitantes va más allá de aspectos físicos. Por ejemplo, mucho de lo que se hizo énfasis en el país al inicio de la pandemia fue tener vacunas y pruebas, pero la fabricación de un biológico, el desarrollo preclínico, manufactura y control, que tiene que ver con la calidad, no formaba parte de la estrategia, y verlo así, en su conjunto e integralmente, es indispensable, reflexionó la investigadora universitaria.
Con esta idea de responder de manera puntual ante enfermedades emergentes como la investigación para el SARS-CoV-2, o las ocasionadas por bacterias y virus de alto riesgo, pero también con el fin de ofrecer infraestructura para otros grupos de investigación tanto de la UNAM como de otras instituciones del país, se decidió esta rehabilitación, equipamiento y puesta en marcha de las instalaciones en la FMVZ e IIB, donde su uso es rutinario.
En estos laboratorios se evaluarán, entre otros, la vacuna para combatir a la COVID-19 que desarrollan la doctora Edda Sciutto y el doctor Juan Pedro Laclette, del IIB, junto con un grupo de investigadores de la propia UNAM, UASLP, INDRE, y los Institutos Nacionales de Enfermedades Respiratorias, Ciencias Médicas y Nutrición, Cardiología, así como el Hospital General. Además, la vacuna que también desarrolla la doctora Laura Palomares para el mismo fin, en el IBt. Por lo pronto, en la FMVZ se realizan los ensayos con anticuerpos neutralizantes con el SARS-CoV-2 en animales y estudios con inmunoterapias.
De los aspectos en los que se ha hecho especial énfasis en el proyecto es en el concepto de Buenas Prácticas de Laboratorio (BPL) que, para la OCDE, es un sistema de garantía de calidad concerniente al modo de organización de los estudios de seguridad no clínicos referentes a la salud y al ambiente, y a las condiciones en que estos estudios se planifican, ejecutan, controlan, registran, archivan e informan.
El reconocimiento de BPL para estos laboratorios que apoya la SECTEI se obtiene a través de la UNIPREC (Unidad de Investigación Preclínica) de la Facultad de Química de la UNAM, que tiene, a su vez, reconocimiento de la OCDE. Para la doctora Palomares esta certificación marca una diferencia. En términos generales, mientras se avanza en la infraestructura y equipamiento, ya casi finalizada en la FMVZ, se ha adelantado lo suficiente para establecer los ensayos necesarios y evaluaciones de ambos candidatos de vacuna.
El desarrollo de Sciutto y Laclette es el más adelantado, y en conjunto con la UNIPREC, planean finalizar los estudios preclínicos en el curso del presente año con miras a contar con una vacuna efectiva y de bajo costo para potenciar la inmunidad contra la COVID-19; mientras que el que encabeza Palomares en el IBt se halla en evaluación preclínica y desarrollo del proceso de purificación.
Aunque buena parte de la población ya fue inoculada contra la COVID-19, esto no significa que se dejarán de necesitar vacunas, cada minuto nacen seres humanos, dos millones de bebés en México cada año, por lo que se van a requerir tanto para primeras dosis como para los refuerzos necesarios; “dudo que sea una revacunación anual, pues el virus de coronavirus es uno de los de RNA con un genoma más estable”, externó la doctora Laura Palomares.