- Se presentó la charla “Sonidos de Independencia o cómo la música se volvió mexicana”, impartida por Luisa del Rosario Aguilar Ruiz
- Nuestra música da identidad y nos define, lo que es digno de presumirlo ante el mundo: diputado Reyes Carmona
El Programa Miércoles Cultural San Lázaro se impregnó de los “Sonidos de Independencia o cómo la música se volvió mexicana” en un viaje sonoro por 200 años para conocer y recordar canciones icónicas que dan identidad a México inspiradas en sones, jarabes y expresiones artísticas nacionales.
El encuentro, convocado por la Secretaría General de la Cámara de Diputados, a través del Espacio Cultural San Lázaro, fue un recorrido musical presentado por la doctora Luisa del Rosario Aguilar Ruiz, a partir de que el Ejército Trigarante entra triunfante, en septiembre de 1821, a la Ciudad de México, acompañado de la “Marcha a la entrada”.
El presidente de la Comisión de Salud, diputado Emmanuel Reyes Carmona (Morena), se refirió a lo relevante de la música nacional porque da identidad y nos define como mexicanos, lo cual es digno de presumirlo ante el mundo.
“Venir al Miércoles Cultural es la oportunidad de presenciar las expresiones artísticas” y que la Cámara de Diputados se acerque más a las y los ciudadanos, al conocer a fondo, como en esta ocasión, el desarrollo de la música mexicana en más de dos siglos de historia.
“México es reconocido por su música y esa expresión artística es parte de nuestra vida y cultura”; por ello, conocer cómo ha evolucionado desde la Independencia, el porfiriato, la Revolución y en la actualidad, debe destacarse porque tenemos mucho que ofrecer ante el mundo.
En el recorrido musical, explicado por la doctora en música, Rosario Aguilar Ruiz, se escucharon piezas de compositores mexicanos desde el siglo XVIII.
El Conjunto Típico Revoluciones, integrado por Margarita Blanco, al violín; Flor Mayen, en la mandolina; Félix Ruiz y Martín Valencia, a la guitarra séptima, interpretó Vals de la emperatriz, para recordar el México independiente, así como Danzón, de Domingo Mendoza y Martínez, con el que se conmemoró el centenario de la consumación de la Independencia, en el porfiriato.
Asimismo, refirió la fusión de la música popular de sones y huapangos con composiciones académicas, como la lograda en las últimas décadas del siglo XIX (1880) por Julio Ituarte, quien retomó las canciones El Perico, Las Mañanitas y Los Enanos, junto con los jarabes El palomo, El guajito, El butaquito y El atole, para componer el concierto Ecos de México, que obtuvo gran popularidad y forma parte de lo que hoy podemos reconocer como “música mexicana o música que suena mexicana”.
Durante la Revolución, Manuel M. Ponce compuso la Balada Mexicana, basada en dos canciones populares entonadas por las tropas villistas: El durazno y Acuérdate de mí.
Otro caso exitoso, precisó Aguilar Ruiz, fue el Cuarteto Virreinal de Miguel Bernal Jiménez, creado en 1937, que transformó rondas infantiles en acordes clásicos.
Blas Galindo, que a partir de El zopilote viejo creó los Sones de Mariachi, estrenada en Estados Unidos, se convirtió en un baluarte musical al conjuntar un cuarteto de cuerdas y el mariachi.
El ejemplo más acabado y sin duda el más famoso es Huapango, de José Pablo Moncayo. Se estrenó en 1941 en el Palacio de Bellas Artes. Utilizó sones veracruzanos como El balajú, El siquisirí y El pájaro cú, a fin de conjuntarlos en esta icónica composición conocida e identificada mundialmente como mexicana.
A manera de colofón, resaltó la composición del Himno Nacional, cuyos acordes se escucharon en la Biblioteca Legislativa, donde tuvo lugar este recorrido por 200 años de sonidos musicales que dan identidad a las y los mexicanos.
