Por R. Aideé Aguilar Esquivel
¿Por qué es importante abordar este tema? Porque en las relaciones humanas existen relaciones de poder que van desde el seno de la familia hasta el control efectivo de las masas, de los ciudadanos ejercida por los gobiernos.
Existen diferentes definiciones de poder que van desde la más simple, pero no por ello menos importante, hasta la más elaborada. Por ejemplo, porder, “es la capacidad de algo o alguien de hacer otra cosa posible”. Esto quiere decir que cuando alguien tiene poder, puede hacer que ocurrar determinadas cosas, según lo que esa persona deseé. Esta definición más allá de ser simple, es realmente concreta porque puede aplicarse en diferentes ámbitos. Me explico, cuando se tiene esa capacidad de poder, se puede lograr que sucedan cosas en todos los ambitos, políticos, sociales, económicos, militares, etc.
Vamos a revisar que sucede en las relaciones interpersonales. El poder está en todas partes, incluso desde que somos bebés; cuando nacemos comenzamos a tejer una relación de cercanía y cuidado con nuestros padres, pero también de poder.
El análisis puede parecer complejo, justo porque muchas veces es algo normalizado. Ahora bien, sigamos con el ejemplo. Mamá, papá, etc., según sea el caso familiar, ejercen poder sobre los infantes que tienen al cuidado. Pueden hacer que sucedan o no cosas, pero acá lo interrsantes es que esas cosas, cualquiera que sean, pueden suceder no porque ellos lo hagan directamente, sino porque de alguna manera, tienen un poder para hacer que otra persona lo haga por ellos. El poder es algo muy curioso e interesante porque parece intangible, como si fuera una fuerza invisible, pero que en la realidad es algo que vemos en hechos, en actos.
¿El poder siempre implica obediencia? En la cuestión familiar nos han enseñado que sí, que debes ser obediente con tus progenitores, que debes someterte: hacer todo lo que te digan sin cuestionar si lo que te ordenan que hagas es correcto, es violento o dañara a alguien, incluso, a ti. Ejemplos de estos vemos todos los días; padre o madres ejerciendo violencia, obligando a sus hijos o hijas a realizar actos que incluso, atentan contra su integridad. Entonces, la pregunta es ¿los hijos e hijas deben de obedecer a sus padres o cuidadores?
Como vemos son actos y costumbres que nos han enseñado desde que somos infantes. Nos dicen que la obediencia debe ser ejercida sin cuestionar, y, justo desde pequeños no nos enseñan a ser críticos, a cuestionar si lo que nos mandan es correcto o no. Como sociedad hemos normalizado y aprobado este tipo de costumbres que pueden llegar a ser violentas y dañarnos como sociedad.
El poder y la obediencia se piensa que siempre van de la mano, pero hay momentos en que se pueden separar, porque incluso, cuando ejercen poder sobre una persona para que realice alguna actividad, uno mismo puede apelar al poder de decisión, pero para que alguien tenga esa claridad y ese saber, debió de tener presente y ejercitado el pensamiento crítico desde temprana edad. Como vemos, esto se convierte en una cuestión individual y social que más adelante seguiremos desarrollando.